Diario de un viaje a Roma

Como sabréis, Gaizka y yo hemos estado seis días en Roma, del 14 al 19 de diciembre de 2007. Os voy a contar qué tal el viaje, con la intención de que si alguien queréis viajar a Roma, poneros las cosas un poco más fáciles.

Pillamos los billetes con la compañía Ryanair, saliendo desde Santander. Los aviones son pequeñitos, vas un poco justo, no son asientos numerados, es decir, que prevalece la ley del más hábil y rápido, y no esquivan las tormentas como por ejemplo Iberia o Spanair, sino que las atraviesan; todo esto hace que el billete sea más barato. Nos costó 102 euros los dos billetes ida y vuelta.

Para empezar, deciros que de momento, hasta que empiecen a cobrarlo, si váis a pillar un vuelo con esta compañía, a la hora de comprarlo por Internet os ofrecerán una serie de condiciones como pagar un seguro (no lo hagáis, si pagáis con VISA ésta misma tarjeta tiene un seguro que cubre más que el os ofrecen), pagar por embarcar antes... Lo que tenéis que hacer es elegir la opción 'Checking on-line'. Seleccionando esta opción tenéis la prioridad de embarque que antes os querían cobrar, y es totalmente gratuito. Sólo tienes que meterte en la web de Ryanair de dos días a 4 horas antes de que salga tu avión y, metiendo el código que te dan cuando compras el billete, seguir los pasos e imprimir el billete de avión. Con esto, te ahorras hacer cola para que te den el billete en ventanilla y pasas directamente con ese resguardo a la zona de embarque, y debes estar allí mínimo 40 minutos antes. Esta condición sólo es válida si llevas equipaje de mano que no vas a facturar, cuyas medidas no excedan de 55x40x20 y pesen más de 10 kg, cosa que es muy práctica porque ya son una medidas más que generosas. Echad un ojo a la página de Ryanair o me preguntáis.


Día 1: Santander - Aeropuerto de Ciampino (Roma)

Llegamos para variar pronto al aeropuerto. Sin ningún problema encontramos la ventanilla, donde me informaron que, ya que había elegido el famoso 'Checking on-line', me hubiera evitado la cola, y al no haberlo confirmado, tuve que pagar 6 euros. Aprendí la lección y cuando llegué a Roma, dos días antes de la vuelta, lo hice bien.

El vuelo fue tranquilo, mucha propaganda de Ryanair: revista, boletos para un sorteo, perfumes de la compañía...

Llegamos a Ciampino sobre las 4 menos algo de la tarde. Saliendo del aeropuerto hay tres marquesinas de autobuses. Hay que coger una compañía que se llama SHUFFLE, que te deja en la estación de Termini. El bus tarda más o menos una hora, ya que la hora de llegada de los aviones de Ryanair suele ser en hora punta, y hay un tráfico impresionante. Tuvimos la mala suerte de perder uno de ellos y tuvimos que esperar casi una hora a que llegara el siguiente, a todo esto, con un frío increíble.

Llegó el bus, que costaba 5 euros (carísimo, aunque luego el transporte en la ciudad no es muy caro), y tardó casi una hora en llegar a Termini, la estación de tren/metro/bus en el centro de Roma, al lado de nuestro hotel. En el trayecto nos dimos cuenta de que los 'romanos' son unos kamikazes: si hay dos carriles, ellos van en fila de tres, se saltan cedas, stops, líneas continuas, semáforos, pasos de peatones, hablan por el móvil (nuestro conductor de bus fue parte del kamino hablando por teléfono)...

Casi cuando llegábamos a Termini vimos un amago de robo desde el bus. Una chavalina que iba cargada con un regalo fue el obejtivo de dos NIÑOS que, antes de meterla mano en el bolso, para alcanzarla, se nos echó al autobús y casi les atropellan. La chavala se dio cuenta y le arreó un puñetazo y una patada al chavalillo, que se fue tranquilamente andando a por otra víctima, como si nada. A todo esto, esa era la zona donde teníamos el hotel...

Bajamos en Termini y buscamos una oficina de Turismo. Le pregunté a un Carabinieri (la poli de allí) dónde podría encontrar la oficina, y se giró amenazante y me soltó un: ¡CINCO! que me dejó tan indiferente como frustrada. Y claro, yo flipando porque no entendía a qué se refería... Su compañero nos dijo que estaba en el andén 24, que pateamos y repateamos, y no encontramos. El último día de nuestra estancia en Roma nos dimos cuenta de que la oficina estaba FUERA de la estación, justo al lado.

Como no lo encontramos, y no teníamos mapa para encontrar la calle del hotel, seguimos la intuición de Gaizka y, al de un ratito e imprevisiblemente, llegamos. Estaba justo al lado de Termini, menuda vuelta más boba dimos...

Nos encontramos un hotel muy pequeñito, en el que nos atendieron dos rumanos un poco maleducados. Cuando abrieron nuestro cuarto... ¡qué mal olía! Tenía estropeado el desagüe, así que el viaje, por el momento, estaba resultando 'interesante'...

Para apaciguar la mala leche que teníamos, dejamos las cosas en el hotel (que quitando el olor no estaba ni tan mal, por 50 euros la noche, es realmente barato para ser Roma visto lo visto, y muy céntrico) y nos fuimos a cenar. Encontramos una pizzeria cerca del hotel, en la Via Conte Verde, y nos pusimos como locos a disfrutar comiendo esa pasta que tan famosa hacía a la ciudad, y su fama era justa. Cenamos muy bien, muy educados los camareros, nos gastamos 22 euros los dos, y nos fuimos a dar una vueltilla por Termini, para seguir investigando. Allí se cena súper pronto, así que, cuando ya nos cansamos, volvimos al hotel, que por lo menos estaba calentito, y nos echamos a la cama a dormir a las 20.30 horas, para madrugar e ir a visitar la ciudad al día siguiente.


Día 2: Desayuno mediterráneo y Roma, la ciudad más limpia de Europa.

El segundo día fue el más fructífero culturalmente hablando, así que, como es previsible, el más agotador.

Nos levantamos a las 8 de la mañana y a las 8.30 nos servían el desayuno. Nos despertó el olor a café recién hecho que la señora de la casa estaba preparando. Según la info de la página web del hotel, servían un desayuno mediterráneo del cual nosotros presumimos que sería un zumo de naranja, café, tostadas, una pieza de fruta... ¡ERROR! El desayuno mediterráneo consistió en un café guarro de cafetera cutre y un bollito duro relleno de chocolate... y así durante los 5 desayunos que consumimos, todos los días fue exactamente lo mismo. Para ser mediterráneos, los romanos tienen un extraño concepto de este tipo de cultura alimenticia (por lo menos los dueños de nuestro hotel, al que acabamos llamando hostal). Así que con tal magnífico desayuno, cogimos las suficientes fuerzas para conocer la ciudad, que esperábamos fuese mejor de lo que llevábamos visto hasta el momento.

Cuando salimos, la primera impresión fue una heladora ciudad con gran movimiento desde tempranas horas de la mañana.

Como aún no teníamos ningún plano, decidimos ir por nuestra cuenta, a ver qué descubríamos, sin perder el norte para estar centrados de nuestra situación.

Lo primero que visitamos fue la iglesia de Santa María la Mayor, una basílica pelocristiana y barroca. Interesante visita. Recomienddo ir informado previamente de la historia de esta basílica. Es la iglesia más grande de la ciudad dedicada a la Virgen María.

Cerca de esta iglesia, en el cruce entre la Via Liberiana y Via Paolina, hay una oficina de Información, donde se puede coger mapas, etc.

Cruzamos la Vía Cavour, una de las calles más amplias de Roma. Es interesante darse un buen paseo por estas calles, para contemplar los edificios renacentistas que ocupan la ciudad, su estilo claramente clasicista, palpable a lo largo de la misma.

Seguimos avanzando, y esta vez nuestra próxima visita era San Pietro in Vincoli, una basílica que aparentemente por fuera no dice nada, pero que dentro contiene El Moisés, la famosa escultura de Migel Ángel.

El edificio contiguo a San Pietro in Vincoli es la Facultad de Ingeniería. Resultó curioso ver cómo hasta la fachada de una facultad resulta ser una obra de arte, puesto que en ella están representandas cada una de las ciencias mediante una pintura.

Desde la Facultad se empezaba a divisar el Domus Aurea, lo que en su momento fue un gran castillo y ahora son ruinas. No entramos a visitarlo porque había una gente un tanto sospechosa que nos dio mal rollo, y decidimos dejarlo para más tarde, cosa que sólo llegamos a ver por fuera.

Y nuestro viaje continuó ante la presencia de algo espectacular, grandioso... cómo no, como su nombre indica, el Coliseo. Aunque actualmente está bastante dañado, la esencia permanece en él. Es increíble que este anfiteatro aún se sitúe en el centro de la ciudad, siendo el monumento más simbólico de Roma, siempre lleno de curiosos visitantes. Visita obligada.

Continuamos calle abajo dirección el Foro Romano, y, a sus puertas, encontamos el arco de Constantino.

Ya dentro del Foro Romano descubrimos el Arco de Tito. Este arco es de los más representativos, construido tras la muerte del emperador Tito.

El Foro Romano era la zona central de la antigua Roma, en la que tenían lugar el comercio, los negocios, la prostitución, la religión y la administración de justicia, y donde se conserva gran cantidad de monumentos, ruinas y edificios importantes.

Atravesando el foro, nos dirigimos al Monumento a Vittorio Emanuelle II, que fue el primer rey de Italia y sobre el que hay varios monumentos en su honor en Roma. En este edificio nos encontramos un museo gratuito bastante interesante.

En el exterior, hay siempre unos guardas. Esto es porque en este monumento se encuentra la tumba al soldado desconocido, y hay una "llama eterna" guardándolo.

El cuerpo del soldado desconocido fue escogido un jóven desertor del ejército austro-húngaro que pasó al ejército italiano y resultó desaparecido en combate durante la Primera Guerra Mundial. Fue elegido entre otros 11 cuerpos de soldados o marineros sin identificar de las fuerzas armadas del Reino de Italia (1861-1946). El cuerpo fue transportado desde Aquileia (donde se realizó la ceremonia con Bergamas) hasta Roma, entre octubre y noviembre de 1921.

Desde la planta más alta de este monumento, en su terraza, donde hay un bar y un ascensor de pago que te lleva a lo más alto (no subimos, nos fue suficiente arte el del interior del mismo, con su museo, y el del exterior, cons sus esculturas, escalinatas de mármol...), se divisa el Foro de Trajano, el foro más grande de Roma y el último de los foros imperiales cronológicamente.

El foro fue construido por orden del emperador Trajano con el botín de guerra traído tras la conquista de Dacia. El calendario romano nos permite calcular que el Foro fue inaugurado en 112, un año antes que la Columna de Trajano. La columna estaba cuando fuimos en reformas, como otros muchos monumentos de la ciudad.

Desde el foro apreciamos el Mercado de Trajano.

Nos vamos acercando a la Iglesia de Jesús, no sin antes pasar por el Palazzio Venezia, ahora museo y biblioteca.

En nuestro camino hacia el Campidoglio nos encontramos una escultura a Frodo Bolsón (jeje), ¡con la bolsa y todo!

Llegamos al Campidoglio, donde encontramos los Museos Capitolinos y el monumento a Marco Aurelio, escultura en bronce copia de la original, que se encuentra en los museos capitolinos, donde, entre muchas obras importantes, destaca el Discóbolo, aunque hay varias copias en otras ciudades. En el Campidoglio también se encuentra la famosa escultura de la Loba que amamantó a Rómulo y Remo.

Ahora nos dirigimos al otro lado del río de Roma, pasando por el Teatro Marcelo (imprescindible ver) y la Sinagoga.

Roma está atravesada por el Tíber. En el centro del río hay una pequeña isla llamada Isla Tiberina.

Está compuesta por dos puentes, el Ponte Fabricio y el Ponte Cestio. Por cierto, los puentes romanos son increíbles, verdaderas maravillas.

Nos aproximamos al barrio del Trastevere, concretamente a la Piazza de Santa Maria in trastevere.

Es uno de los barrios más concurridos por la juventud, digamos una zona de marcha donde la gente se reúne para tomarse algo en un Wine-Bar y luego sale.

Por el día no hay mucho movimiento. Hay gran cantidad de restaurantes que sólo abren por la tarde-noche. Nos costó bastante encontrar uno donde comer a las 2 de mediodía, pero lo encontramos, y comimos de maravilla.

En la Piazza San Calisto hay una pizzería (San Calisto) muy conocida donde por poco dinero comes de lo lindo. Pero no da comidas.

En cuanto a lo cultural, hay varios monumentos en este barrio. Para mí, el más importante es el templo de San Pietro in Montorio, de Bramante, que se halla en la plaza del mismo nombre.

Salimos del Trastevere para dirigirnos poco a poco hacia el Vaticano. Subimos una cuesta enorme, que nos llevó hasta la embajada española.

De camino, encontramos el Mausoleo Ossario Gianicolense.

Mirando el callejero vimos que había un camino que atravesaba una espacie de parque, y decidimos tomarlo. Pasamos por una de las miles de fuentes de Roma. Ésta se llama la Fonte Acqua Paola. Esta fuente está inspirada en los antiguos arcos de triunfos romanos y meritorio de una importante iglesia, esta fuente del siglo XVII fue puesta en uso por el Papa Pablo V para celebrar la renovación del acueducto Trajano del siglo I a.c.

Pasamos bajo la Puerta de San Pancrazio y partimos hacia la Colina de Gianicolo para disfrutar de una vista panorámica de Roma. Ahí se encuentra Plaza Garibaldi donde los niños pueden disfrutar de tiovivos, teatros de marionetas o montar ponis.

Este es un paseo precioso, pasas por una vereda arbolada que tiene a ambos lados del camino esculturas (bustos) de personajes representativos e importantes.

Encontramos unas estatuas equestres dedicadas a Garibaldi, héroe de la unificación italiana.

En este camino también se encuentra el faro de Manfredi.

Tuvimos que cambiar de dirección, ya que el camino nos condujo a la Galería del príncipe Amadeo di Savoia, por donde no pudimos pasar.

Y finalmente llegamos a la Plaza de San Pedro. Esta primera visita a la misma fue breve, ya que lo único que nos interesaba era ver la plaza por fuera, ya que en principio nos negábamos a entrar al museo. La verdad es que la primera impresión de la plaza no fue gran cosa, más bien me pareció pequeña, la idea que me había hecho de la misma es de que era batante más grande de lo que vi, pero bueno, era curiosa, y era grandiosa de todos modos.

Después de darnos un tiempo contemplando la plaza, nos fuimos deshaciendo el camino, que iba a empezar a anochecer en breve. En esta época del año, diciembre, anochece antes de las 5 de la tarde, por lo que había que comer muy pronto para aprovechar las horas de sol que hubiera (y suerte que nos hizo bueno y despejado).

De vuelta al hotel pasamos por el Castillo de Sant' Angelo, al que no entramos por falta de tiempo, ganas y porque las opiniones que habíamos oído sobre el mismo no es que fueran muy sugerentes.

La verdad, lo que sí me gustó fueron los dos puentes que se erigían a sus pies, el de Sant' Angelo y más a la izquierda el de Vittorio Emanuelle II (nuestro ya conocido amigo). Se trata del primer puente que se hizo sobre el río Tevere en Roma. Data de 1911 y se realizó en homenaje a los 50 años de reinado de Vittorio Emanuele II. Este puente une el área del Vaticano con Roma, dando a través de la vía Vittorio Emanuele II al corazón de Roma: Piazza Venezia. Antes de la creación de la Vía de la Conciliación era la vía Papal que unía San Pedro con San Giovanni in Laterano.

Dimos una vuelta a orillas del Tíber por la calle Lungotevere dei Vallati hasta el Ponte Cavour e hicimos una paradita para tomarnos algo en una cafetería.

Observación: Los bares y restaurantes romanos, por muy bonitos que sean, tienen unos WC asquerosos.

Sin saberlo nos dirigíamos a la zona central y pija de Roma, donde estaban las tiendas más 'chic' y caras de la ciudad, como Versace, Gucci, y esas cosas que me gustan a mí...

Al ser navidad, lo bonito de la ciudad era que todas las calles estaban iluminadas con luces preciosas, la ciudad rebosaba árboles de navidad decorados cada cual más original, incluso los escaparates de esta zona que os cuento.

Estas calles estaban llenísimas de gente, y eso que era jueves. Claro, al parecer tan de noche, choca ver tanto movimiento. Lo que se nos olvidó es que tan sólo eran las 5 de la tarde (si llegaba).

Andando por la Vía Condotti llegamos a la... tachán, tachán... ¡Piazza di Spagna! Sí, sí, ¡tuvimos que ver banderitas hasta en otro país tan lejano!

Estaba concurridísima. Está la fuente de la Barcaccia, gente haciendo malabares... mucho movimiento. Allí mismo estaba la parada del metro.

Como era temprano, aunque estábamos agotados y dooridos, aún así sacamos fuerzas para ir al hotel andando y presciendiendo por momento del transporte público.

Así que acabamos viendo de noche la preciosa Fontana di Trevi. Esta fuente, la más monumental e increíble que he visto, hay que verla tanto de día, como de noche. Hay que tener cuidado con los vendedores ambulantes, que intentan sacarle la pasta con chorradas y se te pegan tanto al culo que dan miedo. Si alguno os quiere vender una pasmina (o como se escriba)... ¡decid que no! Sino os siguen hasta que compráis (o les mandáis a la mierda como hice yo, de malas maneras).

En la fuente también hay 'fotógrafos' improvisados que te sacan con una polaroid para venderte la foto a un precio desorbitado. Huid de ellos también.

Consejo: No echéis a la fuente monedas de gran valor. La tradición no se dará cuenta, y evitáis que la gente se meta en la fuente para sacar y gastarse vuestro deseo en una litrona.

La tradición consiste en, de espaldas a la fuente, tirar un la moneda por detrás del hombro opuesto a la mano en la que la sostienes. Tienes que repetir esto dos veces. Esto significa que echas una moneda por la vez que has estado en la Fontana y otra para que haya una próxima vez.

Seguimos caminando y encontramos la Piazza Barberini, donde se encuentra otra fuente, la Fontana del Tritone, de Bernini. Las fotos siguientes las saqué por la mañana del día posterior, cuando volvimos a pasar por allí.

En el cruce entre la Via delle Quattro Fontane y Via del Quirinale, entre Santa Maria Maggiore y Trinità dei Monti, hay una plaza decorada en sus cuatro ángulos por las Quattro Fontane, mandada construir por el Sisto V. Ahí se erige también la Iglesia de San Carlo Quattro Fontane, diseñada por Borromini.

Después de nuestro primer día de GRAN PASEO y pateo por Roma, conseguimos, no sé cómo, regresar a la Estación de Termini, cenamos y regresamos al hotel a descansar. Eran aproximadamente las 9 de la noche.

Pusimos un ratito la tele, donde daban el programa odioso este que aquí presente el Vázquez, el de las cajas, que parecía más formal que el de Telecinco (aquí parece un burdel), y varios programas que emiten en nuestras cadenas, como el de El Muro (aquí creo que se llamaba 1 contra 50 o algo así). Y nos quedamos rápidamente inconscientes a una hora más que razonable para poder madrugar al día siguiente y conocer lo poco que nos quedaba por ver de la ciudad.


Día 3: Un día de recorrido al azar

Nos costó horrores levantarnos, la verdad. Y eso que la noche anterior nos tomamos un par de gelocatiles para no sentir tanto dolor... pero fue inútil. Casi no podíamos ni andar...

Pero a duras penas nos levantamos... Esta vez no nos despertó el olor a café, presumiblemente porque nos prepararon el café que estaba hecho del día anterior.

Desayunamos ese "maravilloso" desayuno mediterráneo y nos marchamos de nuevo sobre las 9 de la mañana.

En la zona de nuestro hotel (Via Ratazzi), estaba la zona china, llena de comercios orientales de ropa, complementos... vamos, como aquí. Hacía tantísimo frío que nos compramos cada uno una braga (para el cuello) y un par de gorros de lana.

Al lado había un cyber, donde nos bajamos todas las fotos que habíamos hecho los días anteriores (que no eran pocas), y miramos a ver si por un casual ambos habíamos cobrado la nómina y la paga, ya que habíamos llevado el dinero justo, y el hotel había que pagarlo en efectivo, a diferencia de lo que ponía en la web, cosa que nos supuso una gran putada.

Pero como por supuestísimo no habíamos cobrado aún, pues nos fuimos a andar más. Esta vez nos dirigimos directamente hacia la Piazza della Repubblica, la cual ostenta en su centro la gran Fuente de las Náyades (o fuente de las Ninfas), realizada en mármoles y bronces. La integran cuatro grupos de figuras femeninas que juegan con animales marinos; en el centro hay una escultura masculina victoriosa que se impones sobre las fuerzas de la naturaleza.

En la misma plaza se encuentra la Iglesia de Santa Maria degli Angeli, mandada construir por el Papa Pío IV en 1561 en las Termas de Diocleciano para honrar a los mártires cristianos que murieron en la construcción de las termas de Santa María de los Ángeles. Creada por Miguel Ángel y reformada por los hermanos Vanviotelli entre otros, cuenta en su interior con maravillosos frescos setecientescos. El añadido convento hospeda desde 1889 parte del Museo Nacional Romano. La visita a las ruinas pueden visitarse gratuitamente. Hay varias esculturas impresionantes, como las que os pongo abajo.

En las Termas de Diocleciano encontramos un gatito muy simpático y mimoso, por cierto idéntico al nuestro, a Atila.

Nos dirigimos después al Teatro dell'Opera, y continuamos hacia la Porta Pia, diseñada por Miguel Ángel. No fue un recorrido que nos gustara demasiado, ya que de camino no encontramos monumentos que nos llamaran la atención.

Vimos desde fuera el Palazzo Margherita. Ahora es la sede de la embajada de los Estados Unidos.

Y volvimos a pasar por la Fontana del Tritone y San Carlo Quattro Fontane para llegar al Quirinale, la residencia oficial del Presidente de la República Italiana. Tampoco es algo que merezca realmente ser visitado.

Repetimos la visita a la Fontana di Trevi para verla de día y ver la zona desde otra perspectiva.

Estuvimos en la Piazza Colonna, donde se encuentra la columna de Marco Aurelio y al lado del Palazzo Montecitorio, que es la sede de la Cámara de los Diputados italiana.

Nos chocamos de frente con el Templo de Adriano, que estaba en rehabilitación, y no pudimos ver.

Al lado está la Iglesia de San Ignacio de Loyola. Y caminando poco más, uno de los símbolos más importantes de la ciudad, el Pantheon de Agripa. Es uno de los monumentos de la Roma Antigua mejor conservados. Se puede afirmar que éste equivale al mundo romano lo que el Partenón significa al griego. Lamentablemente la cobertura marmórea del exterior le fue quitada, así como los bronces que cubrían la cúpula. Fue edificado en el año 27 DC por orden de Agripa y consagrado a las Siete Divinidades Planetarias. Pese a sus extraordinarias dimensiones el edificio posee proporciones perfectas. Un monumental frontis, hoy desprovisto de relieves, está sostenido por dieciséis columnas monolíticas de granito del orden Corintio y las grandiosas puertas de bronce son las originales. El interior está cubierto por una cúpula estructurada a casetones decrecientes en tamaño, hacia un centro abierto al exterior por donde penetra la luz. El diámetro supera levemente al de la cúpula de Miguel Ángel en San Pedro; la planta circular incluye siete capillas en anillo, en una se encuentran las tumbas de los últimos reyes de Italia y en otra la del Maestro Rafael Sanzio.

Comimos cerca del Pantheon, en un restaurante donde nos trataron desde un primer momento con una falta total de educación, y de donde estuvimos a punto de montarla. Era un sitio grande, pero con las mesas sumamente pequeñas y pegadas las unas a las otras para aprovechar el espacio, por lo que era como si comieras con tus vecinos de mesa. Cuando nos tomaron nota de la bebida, al cabo de 10 minutos de esperar, pedimos agua. Según mi opinión hicimos mal. Al pedir agua se tomaron la libertad de tratarnos como una mierda, mientras que a los que pedían vino les tenían en palmitos. El vino debía ser el plato más caro del restaurante... Nos tiraron literalmente encima de la mesa los cubiertos y las servilletas, así que nos estábamos empezando a calentar. Pasaron como 15 minutos más y aún no nos habían tomado nota de la comida. Cuando se dignaron a pasar, pedimos un plato de pasta y una pizza. Al de unos 5 minutos nos trajeron un pan que no comimos. Tardaron una media hora en traernos los platos, justo cuando nos ibamos a levantar para marcharnos de mala gana. Así que nos quedamos, más que nada porque teníamos hambre. La pizza era ridícula, no por el tamaño, sino por los ingredientes, ya que no tenía más que la base, un tomate aguado donde nadaba un queso cuarteado y UNA anchoa partida en trozos. Por lo menos mi pasta era 'aceptable'. Queríamos marcharnos de ahi pronto antes de que nos diera un ataque de ansiedad, así que comimos y pedimos la cuenta. La camarera que nos atendía era definitivamente retrasada, así que nos trajo la cuenta haciéndonos esperar otros 10 minutos y nos la tiró con cara de perra sobre la mesa. Cuando miramos la cuenta vimos que nos habían cobrado 3 € por el pan que no habíamos comido. A ver, no somos tontos, sabemos que en Roma y en otros países te sirven pan o tapas, y si te las comes las pagas aunque creas que es cortesía de la casa. De hecho, en algunos de los restaurantes donde habíamos comido, nos ofrecían el pan, y en otros te lo sacaban y si no lo tomabas no te lo cobraban. Pero la tipa esta, al reclamarle el pan, se nos puso chula y se nos encaró. Esta chica, cuando entramos al sitio, estaba discutiendo a grito pelado con un compañero de trabajo, por lo que parece que tenía el día tonto, y le salió redondo con nosotros. Total, que al 'intentar' razonar con ella, Gaizka improvisando un Spanglish Italovascuence, y la tía gritando como una energúmena, conseguimos que nos abonara el pan y nos piramos, haciendo propaganda negativa a unos españoles que había en la puerta esperando a entrar en el garito, los que se fueron espantados después de la retaila de cosas que les contamos.

Con la mala leche que nos cantaba, pues decidimos ahogar las penas en el helado. Y fuimos a visitar el Palazzo Madama, que data del siglo XVI, construido por los Medici, actual sede del Senado. Frente al palacio se ubica la iglesia barroca de San Luigi dei Francesi, en la que destacan las tres pinturas de Caravaggio en la capella Contarelli.

Al lado está la famosa Piazza Navona, donde, al ser época navideña, había un mercado artesanal donde compramos algunos regalos para la familia.

Es muy típico los mercados artesanales en esa época del año, lo que le da mucha luz y vida a plazas como esta. Ésta concretamente está además adornada con unas fuentes de Bernini.

Es una plaza muy bonita para conocerla, pero no para tomar algo. En la puerta de sus restaurantes, que dan a la plaza, hay trabajadores de los mismos encargados de 'ficharte' para que te sientes a tomar algo en sus terrazas. Si estás dispuesto a pagar 12 euros por un tercio de cerveza y una coca cola, puedes sentarte. Sino, sal de esa plaza y vete a tomarte algo a otro sitio, que menuda clavada nos metieron... qué güiris fuimos...

Después fuimos a Campo dei Fiori, que también disponía de otro mercado navideño. Utilizada en el pasado por los Papas como campo de ejecución, es la más laica de todas las plazas romanas ya que nunca albergó ningún edificio dedicado al culto religioso. Es una plaza animada donde un mercado de la flor y del vehículo se lleva a cabo cada mañana excepto domingo. Giordano Bruno fue quemado en la estaca para la herejía en la plaza en 1600 y su estatua ahora está parada en su centro. Es una de las zonas de marcha junto con la del Trastevere.

Al lado se encuentra el Palazzo Farnese. Considerado el más bello de su tipo, es también la mayor expresión del Renacimiento Toscano en la ciudad. Construido entre 1514 y 1589, fue proyectado por Sangallo y acabado por Migue Ángel. Su aspecto monumental cierra casi completamente uno de los costados de la plaza homónima, ya que sus 50 metros están desplegados como lado mayor de la planta rectangular sobre la que se ciñe. Muy impactante, el Gran Salón del primer piso de 20 por 6 metros muestra pintado al fresco decorando la mayor parte de la bóveda de iguales medidas, al "Triunfo de Baco y Ariadna", obra cumbre de Annibale Carracci.

Y muy cerca, otro palacio. Esta vez es el de Spada, una pinacoteca con pinturas de los siglos XVI y XVII.

Como nos había cundido la tarde, aunque no tan monumental ni espectacular como la jornada anterior, nos retiramos de nuevo a pie, hasta llegar a la Via Cavour, donde descubrimos un restaurante llamado Bella Roma. Cenamos sobre las 18.30 de la tarde, y nos gustó tanto el sitio, que al día siguiente volvimos. Pedimos una calzone vegetariana y una normal, que eran increíblemente grandes, nos fuimos a tomar un capuccino a una cafetería que hay cerca de la Piazza Vittorio Enamnuelle II que estaba rico y barato (1 €), y al hotel.

Menos mal que de camino se nos ocurrió comprar un secador de pelo de viaje, ya que en el hotel no había, y pude secarme el pelo sin necesidad de coger una pulmonía.

Nos pusimos de nuevo la tele, vimos un rato ese rollo de programas que echaban todas las tardes, y sobre las 22 h. empezaba Billy Elliott, así que nos la tragamos en italiano, lo cual resultó gracioso. Y tras eso, a dormir.


Día 4: Recorrido por el sur de Roma

Este día decidimos hacérnoslo hacia la parte sur de la ciudad. Aunque no parecía que hubiera mucho monumento por esta zona.

Fuimos de nuevo al cyber, y, por supuesto, no habíamos cobrado... Ibamos estirando la pasta como podíamos.

Bajamos hacia la Piazza Vittorio Emanuelle II, donde hay una iglesia en una zona ajardinada, y cogimos la Via Emanuele Filiberto hasta la Piazza Porta San Giovanni, donde vimos el primer restaurante 'Pastarito Pizzarito', una cadena de restaurantes muy conocidos en la ciudad por sus precios asequibles y su gran cantidad de raciones. Imprescindible visitarlo.

Pasamos por San Giovanni in Laterano, donde se encuentra la sede episcopal del Obispo de Roma, llegando a la plaza con el mismo nombre.

Tomamos la Via Amba Aradam, donde hay gran cantidad de hospitales, y donde descubrimos una iglesia que mereció la pena (lo que no me quedé fue con el nombre), para llegar a la Villa Celimontana.

Pasamos por el Arco di Dolabella y entramos en Santi Giovanni e Paolo, donde no había relevante que ver, salvo un gato muy simpático que nos esperaba en la puerta de la iglesia y nos enseñó el interior cuando se la abrimos. Luego, nos salió a despedir. Qué gato más majo.

Cerca de esta iglesia está San Gregorio Magno, que fue fundada en el año 575 por San Gregorio Magno (antes de que fuera elegido Papa), miembro de la familia Antiti, que convirtió en convento la mansión familiar.

Cerca de estos sitios está la escultura que India regaló a Roma en honor a la Madre Teresa de Calcuta.

Volvimos al Foro Romano para atravesarlo y dirigirnos a Santa María in Cosmedin, donde se encuentra en su entrada la mundialmente conocida Boca de la Veritá, la cual se hallaba anteriormente en la plaza con su mismo nombre. Está genial recordar la escena Hepburn-Peck, aunque haya que hacer cola y posar uno a uno para sacarte una foto junto a ella, mientras todos te miran si haces el bobo. La iglesia parece pequeña, aunque no lo es.

Frente a la iglesia hay una especie de Pantheon que están rehabilitando.

Volvimos a pasar por el Teatro Marcello, por el Campidoglio y por varios sitios más que ya habíamos visto, llegando como útlimo punto a la Plaza de España y cogiendo por primera vez el metro, ya que estábamos realmente agotados de estar tantos días andando.

Fuimos de nuevo a cenar al restaurante Bella Roma, compramos unos cuantos regalos por la zona de Termini, y nos fuimos a descansar. Vimos la peli Duplex en italiano. Esta día fue más tranquilo, y nos dio tiempo a repetir algunas cosas, así como pasear por la zona de las tiendas otra vez.

A diferencia de otros días, éste vimos que por fin, habíamos cobrado... sacamos pasta y pagamos lo que nos quedaba por abonar del hotel.


Día 5: Nuestro último día en Roma

La misma rutina de siempre. Nos levantamos, dessyunamos y salimos. Aunque para romper la rutina, ésta vez cogimos el metro y nos dirigimos a ver los museos del Vaticano.

Primero entramos en la Basílica de San Pedro, que es gratuita, ya que dentro se encuentra el famoso Baldaquino de Bernini, bajo la cúpula de Miguel Ángel.

Como no sabíamos qué hacer, decidimos visitarlo por dentro, y así ver la Capilla Sixtina. Lo que realmente fue una auténtica desilusión, que nunca volvería a visitar. Nos costó la entrada 13 € a Gaizka y a mí 8 al presentar el carnet de la uni. Aunque pudimos ver obras como El Laocoonte, entre otras:

Y una escultura que realmente me hizo sentir miedo...

Lo único bueno fue la exposición egipcia que había dentro del museo. Ya que llegamos a la Capilla Sixtina y no nos dejaron hacer ni fotos ni videos (sacamos sólo 3) y no había apenas luz... Además, estaba tan alta que, entre que había congregadas bajo su techo unas 100 personas o más, que estaba alto y soy miope, y estaba oscuro, no pude ver nada de nada, ni siquiera deducir lo que estaba viendo. Me pareció una tomadura de pelo que el museo estuviera plagado de obras importantes a la luz del sol, directamente, y sin embargo esta, la más importante, no pudiera verse.

Así que decepcionada y de mala leche por haber pagado una entrada para verla de lejos y, eso sí, ver las salas decoradas con oro y la gente en la puerta pidiendo.

Salimos escopetados para coger el metro e ir hacia la Piazza del Popolo.

Comimos en una pizzeria napolitana muy recomendable si te gusta la pizza calzone y sobretodo la napolitana, que es la buena. Está en la Piazza le Flaminio, 22 y se llama ‘A Fenestella.


En esta plaza había también un mercado, donde compramos los últimos regalos. Desde la misma nos dirigimos hacia la Piazza di Spagna de nuevo para ver lo último que teníamos pendiente, Villa Medici, aunque en esos momentos estaba cerrada.

Tomamos algo, y nos cogimos el metro camino al hotel. Estuvimos toda la estancia buscando la cadena que os he mencionado de 'Pastarito Pizzarito' y que no encontamos. Sabíamos que había cerca de Termini una, pero no había manera. Pues bien, este día, cuando nos dirigíamos al hotel, la vimos. ¡Por fin! Así que entramos... y nos pusimos morados... Gaizka pidió una pizza, que por 0,50 € te la hacían extra-grande. Y por supuesto, fue lo que pidió. Y yo pedí ravioli relleno de queso con salsa 4 quesos. Pues bien. La pizza era increíblemente grande, casi no cabía en la mesa. Y llenísima de ingredientes, no como en la que sólo nos pusieron una anchoa. Y a mí me trajeron una fuente enorme, de donde como mínimo comen dos personas, todita para mí. Total, que nos pusimos morados. No contentos, nos pedimos una tarta, exquisitas ambas. Si vais, pediros tarta de postre. Y después un café con... ¡todo! Nata, nutella... Increible, por 35 €.

Así que nos fuimos más que saciados al hotel a acostarnos pronto y recoger las maletas para a la mañana siguiente tenerlo todo organizado y sólo despertar y marchar a por el bus.


Día 6: De vuelta a la rutina

Dicho y hecho. Madrugamos, cogimos los bártulos, y pillamos el bus en Termini (en un lateral). El billete esta vez nos costó 6 € por barba, y nos dejó en Ciampino, donde desayunamos.

El viaje de vuelta fue algo ajetreado. Teníamos dos filas detrás a unas sudamericanas muy ruidosas que se pasaron parte del viaje pegando y despegando un molesto velcro. Así que, cuando llevas así media hora, saltamos y les pedimos amablemente a ver si podían dejar de hacer ruido. Una de ellas saltó como una histérica y empezó a insultarnos. Total, que la chica nos amenazó diciendo que su novio colombiano nos iba a rajar... En fin... Bajamos del avión y nos estaban esperando, a lo que no hicimos ni puto caso (no hagáis caso a la gente desequilibrada) y nos piramos.

¡Pues eso fue todo! Seguro que se ma habrán quedado cosas en el tintero, pero ya ire repasando y añadiendo o quitando cosas. Espero que os haya entretenido y que si váis a viajar a Roma, esta guía o diario de a bordo os pueda servir de ayuda. Ciao!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Joder qué envidia! A ver si convezco al maromo y algún año de estos nos damos un garbeo por allá.

Me han comentado que los italianos son bastante maleducados... ¿Qué os pareció a vosotros?

Musus!

Enkar
Peregrinaje sideral ha dicho que…
Enkanna!!!
Dile al "maromo" (jeje, el probe miguel) que merece la pena ir, sabiendo qué vas a visitar, en increible. Sí es cierto que no me llevémuy buena impresión de los italianos en general, pero claro, también teniendo en cuenta lo anti social que soy... sí, me parecieron bastante maleducados, sobretodo los polis, para no ser diferentes de los de akí, klaro.
Muxux tata!!